La "Ciudad" que te presiona

Es común escuchar frases entre los citadinos, sobre todo aquellos que viven en grandes ciudades, criticando a “la Ciudad” como un ente que ejerce presión, que estresa, que provoca corajes. Culpamos al tráfico, el smog, las filas, el ruido, la contaminación visual. Culpamos también al gobierno, las reglas de tránsito, la corrupción, la aplicación sesgada de las leyes. Culpamos las exigencias de las organizaciones en las que trabajamos, el poco respeto a la persona dentro de estas y las pocas oportunidades para nuestro desarrollo.

Cuando salimos a la playa o al bosque disfrutamos mucho, y al concluir el viaje decimos “de vuelta a la ciudad, al estrés”. Yo dije justo esto hace un par de semanas, mientras estaba en mis días residenciales del doctorado en psicología que estoy actualmente cursando; estaba yo en una montaña cerca de Santa Bárbara, California. Sin embargo, mientras culpaba yo a la ciudad de la presión y el estrés que yo sentía, mientras reflexionaba en que me había vuelto un ser materialista por culpa de ésta, me cayó el veinte:

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