Confesiones

La confesión es un acto que históricamente ha sido utilizada con propósitos “curativos”. No fueron los católicos los primeros en inventar o practicar la confesión como un método para “sanar” o “curar” a través de encontrar la paz del alma y la reconexión con Dios. Ya entre los Aztecas, los Mixtecos y los Incas (en la región del Perú) se practicaba la confesión como un forma de liberar al cuerpo de los pecados, lo que se creía que a su vez permitiría sanar también al cuerpo de enfermedades. Entre los Aztecas, por ejemplo, los dos pecados que más se confesaban y que buscaban ser sanados o eliminados eran el alcoholismo o embiaguez y el adulterio.

La confesión, en nuestros formatos religiosos actuales, así como en las tribus antiguas, implica un ritual que contempla varios elementos que son los que permiten creer y convencer en la sanación, tanto del alma como del cuerpo. En primer lugar está la fé, si no crees que un proceso o elemento te curará, es muy probable que no lo haga, por lo tanto, tiene que haber credibilidad tanto en el proceso, los elementos utilizados y el “confesionante” o el que practica la confesión, sea un sacerdote de los actuales o de los pre-hispánicos o hasta un curandero como en tribus indígenas.

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